Tradicionalmente los chamanes, brujos y curanderos han sido los encargados de sanar y dar consejo a los otros miembros de la tribu. Sus conocimientos de lo oculto los situaban en un plano desconocido para los demás, un lugar ubicado entre lo terrenal y lo sobrenatural ¿Quiénes eran esas personas poseedoras de esas capacidades? ¿Siguen existiendo chamanes? ¿Podemos hacer uso de ese chamanismo en nuestro propio beneficio?
Chamanismo
Sin lugar a dudas, a lo largo de tu vida, te vas a encontrar con más de un ser despierto. Personas que parecen estar en un equilibrio perfecto con la vida y en total conexión con la naturaleza. Un paisano de un pueblo, tu profesor de yoga, un amigo que te empieza a hablar de espiritualidad…
Antiguamente, en las pequeñas tribus y asentamientos en los que el contacto con la naturaleza era total y el ser humano no tenía tantas distracciones y entretenimientos como en la actualidad, algunas personas empezaban a hacerse preguntas sobre nuestra propia existencia y acababan encontrando respuestas en su interior. Había menos información que hoy en día y eso, lejos de ser una desventaja, permitía darle menos voz a la mente y más peso al alma. Esas personas que entraban en comunión con el Universo, eran conocedores de muchas verdades, que ponían al servicio de la comunidad. Conocían plantas con las que podían sanar el cuerpo, pero también la mente. Podían sumergirse en el alma del mundo para aconsejar a los líderes de la tribu sobre conflictos o cosas trascendentales. Podían leer, en definitiva, los acontecimientos que se cernían sobre su entorno. Podemos decir que, por entonces, el chamanismo (o más bien el chamán) era aquella persona sabia de la tribu a la que se le pedía ayuda para determinados asuntos que permanecían ocultos para el resto de la comunidad.
¿Quedan chamanes?
Sin lugar a dudas siguen quedando chamanes, aunque desgraciadamente no hay tantos como antes. Hemos separado la sanación física de la sanación espiritual, dándole la primera a un tipo de médico y otorgando la segunda a otro tipo de médicos, los psicólogos. Y no es que esto esté mal, pero la sanación va en el cuerpo y en el alma. Y aunque un psicólogo es una persona que te escucha y te puede ayudar, quizás su enfoque científico y humano de un tema que en el fondo es espiritual, puede que no sea el mejor. Por otro lado, las necesidades de búsqueda de alimento, de migración por escasez o de resolución de conflictos entre tribus que había antes, son necesidades que ya no tenemos y que hemos olvidado. Hemos cambiado la necesidad de pedir consejo al sabio, por el tan humano intento de control absoluto de todo lo que nos rodea, para permanecer en una cómoda e insulsa vida que no nos permite evolucionar como personas por no poder enfrentarnos a verdaderos problemas.
Pero como decía, siguen quedando personas que son chamanes sin saberlo, y otras que siguen ofreciendo esta ayuda sabiéndolo, se hagan llamar como quieran. Como te digo, un profesor de yoga y meditación puede hacer el trabajo de un chamán aunque él a si mismo se denomine profesor. O ese amigo que siempre escucha tus problema y tras una charla con él te sientes renovado. Y por supuesto hay personas que se denominan chamanes (y pueden serlo o no) y que ofrecen su ayuda como un servicio a la comunidad, como hicieran antiguamente los chamanes en las tribus.
Técnicas chamánicas
Hablaremos más adelante de ellas, pero lo importante es saber que son técnicas que podemos utilizar en cualquier momento en nuestro propio beneficio. De la misma forma en que podemos sentarnos a meditar y no necesitamos ser budistas o profesores de yoga para ello, podemos aplicar técnicas chamánicas para trabajar nuestro interior.
En chamanismo se utilizan técnicas parecidas a la visualización, generalmente haciendo uso de un tambor para inducir un estado alterado de conciencia y de esa forma, con un objetivo en mente (una pregunta, una sanación, un descubrimiento…) abrirnos a la experiencia que nos ofrece el viaje chamánico. Es evidente que cuando el trabajo lo realiza un chamán con experiencia, el viaje es más potente y sabrá meternos mejor en la experiencia. Pero podemos usar estas técnicas en nuestra casa, con un audio de un tambor, para poco a poco y viaje tras viaje, ir trabajándonos y obtener así las soluciones que necesitábamos.