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Autodestrucción

de Mi Planeta

Vivo en una carrera constante sin meta definida. Busco con ansiedad los procesos y momentos constructivos, los momentos felices, las risas y el bienestar. El tener de todo, el reconocimiento social, el crecimiento y desarrollo profesional. El salir, el conocer y que me conozcan. Vivo en una constante búsqueda de la satisfacción que demanda mi personaje. Vivo a sus órdenes, sumiso bajo sus deseos, oculto tras sus caprichos. Vivo esclavizado por lo que se supone que debo hacer, lo que está bien visto socialmente y por lo éticamente correcto. Vivo en una celda tan grande como un planeta entero, pero a la vez tan pequeña que me falta el aire dentro de ella.

¿Vivo? ¿Es esto vida? ¿O qué es?. No es vida levantarte cada mañana en la misma ciudad, dirigiéndote a la misma oficina y soportando a tu puto jefe cada día. No es vida prostituirte ni hipotecarte durante más de 40 años por cuatro duros. No es vida tener que aparentar constantemente que estás bien ¿Quién ha sentenciado que la vida sea una risa constante? No es vida dejarte llevar por la corriente social aborregada, sin ni siquiera plantearte si esto es todo. Ser un esclavo sin grilletes no es vida. No es vida estar sometido sabiendo que lo único que te atrapa es el miedo.

Me castigo y me torturo. Me machaco y hasta me insulto. Me AUTODESTRUYO. Lo que he construido está tan alejado de mi alma que solamente pienso en destruirlo. ¿Cómo he podido ser tan tonto al pensar que esta era la meta? Si esta era la meta y ya he llegado. ¿Ahora qué? ¿Game over? ¿Terminó la farsa? ¿Qué queda por hacer? ¿Por dónde debo continuar? 

Me autodestruyo porque esa es la única forma de volver a construir. El proceso destructivo es doloroso. Me hago daño a mí y a los demás, pero debo seguir golpeando duro. Uno no se derrumba con un par de empujones. Estos nos desestabilizan pero nos siguen manteniendo en pie. Uno se derrumba cuando cae de verdad, cuando da un gran tropiezo y no hay vuelta atrás. Y tras la caída no pasaré de ahí. Estaré en el suelo, hundido, tocando fondo. A partir de ese momento solamente quedará levantarse y volver a construir. ¿El qué? No lo sé. Quizás esa es la magia que hace que este momento me dé miedo y al mismo tiempo genere cierta emoción. Levantarse es iniciar un proceso creativo de reconstrucción. Volver a empezar, pero esta vez más sabio.

A veces los procesos de destrucción vienen de fuera: la pérdida de un ser querido, una catástrofe, un accidente. Pero cuando desde dentro tu verdadero YO quiere abrirse paso y apretar para que sepas que te estás equivocando, sólo queda un camino. La autodestrucción. Bendita autodestrucción que nos da la oportunidad de volver a construir.

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