La sombra

de Mi Planeta

Mi dulce y fiel compañera. Siempre acompañándome, aunque no puedo verte. En ocasiones he sentido tu presencia, aunque te daba otro nombre. Ahora sé quién eres, lo que haces y el tesoro que posees. Anhelo tus secretos, pues ellos son mi verdadero yo: mis heridas y mis pasiones, mis deseos y mis temores. Acompáñame y muéstrame tus misterios, que son los míos.

LA SOMBRA

¿Acaso puede existir un arquetipo más bello que «la sombra«? Sugerente, bucólico, tiene un nombre que atrae directamente mi atención. – Eres oscura y tenebrosa, ¿difícilmente penetrable? Quiero conocerte y saber de ti. Porque tú sabes de mí más que yo misma. Posees todo lo que he escondido bajo el felpudo. – Mi mierda y mis vergüenzas están ahí, no se fueron. Simplemente quedaron ahí almacenadas, engendrando esa parte desconocida.

La sombra me acompaña a diario, condimentando mis acciones con ese toque personal que me pertenece. Aportando un aliento rancio allí a donde voy, mi huella, mi impronta. Pero la sombra no es mala– No eres negativa ni debo rehuir de ti. – La sombra es simplemente oscura, oculta y difícilmente perceptible. Pero debo aprender a reconocerla y convivir con ella.

La sombra posee las claves de lo que verdaderamente soy y lo que mi ego no quiere que vea. Pero no me voy a engañar, a fin de cuentas mi ego ha sido cincelado por convencionalismos sociales y heridas de la infancia. Por lo tanto, lo que he ocultado en la sombra, en realidad, es todo aquello que realmente soy pero que no está bien visto por mi entorno. Pero es que lo soy y por lo tanto, por mucho que intente taparlo, no se va a ir. Quedará oculto en mis profundidades, lo trasladaré a mi sombra y allí permanecerá escondido. Asomándose de vez en cuando en el peor de los momentos, acechándome cuando menos lo requiera.

Mi sombra desatendida va haciendo de las suyas. Mi vida va sucediendo día tras día. Me ocurren cosas, culpo a los demás y a mí misma, de esto y de aquello. La corriente social me va aportando cosas, a veces buenas y a veces malas, que siguen alimentando esa parte oscura. Mi día a día parece funcionar, pero la sombra se hace grande y poco a poco me voy sintiendo más perdida. Me pierdo porque algo realmente grande permanece oculto, apretándome, y no sé qué es. Me sentimos mal, insatisfecha, deprimida. Pero no sé el motivo.

Hasta que llega un momento en el que la sombra se desborda. La sombra se hace visible y me recuerda que está ahí y que tengo asuntos por resolver. Aparece la crisis y la depresión. La insatisfacción total con todo lo que hago. – ¿Qué me ocurre? ¿Por qué me siente tan mal? ¿Por qué no soy capaz de levantar la cabeza? – Un estado nuevo y desconocido se hace dueño de mí. Un estado desagradable también, que rompe con todos mis esquemas mentales y derrumba lo que he construido.

¿Y ahora qué hago para salir de aquí?. Debo hablarlo y tratarlo. Debo verlo como una oportunidad. No es agradable vivir un proceso de crisis, pero si ésta ha llegado es porque mi sombra está más accesible que nunca, se ha desbordado y se ha hecho visible. – Voy a aprovechar el momento para conocerte, para navegar por aquello que no sabías de mí misma. – Mis miedos reprimidos, mis heridas de la infancia, la huella de mi familia. Debo navegar y buscar. Confiar en la sombra. Sumergirme en ella y dejarme llevar. – Vamos a ver qué pasa. –

Debo iluminarte lentamente. Voy a dejar que seas mi amiga, que me cuentes tus secretos. Tus secretos son los míos, todo lo que posee me pertenece. Conocerte me hará sentir mejor y descubriré más fácilmente mis automatismos. Muchas de las cosas que me ocurren irán obteniendo respuesta.

Voy a permitirme hacerme sombra, y dejar que la sombra se vaya haciendo luz.

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