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La consciencia

de Mi Planeta

«La consciencia nos permite darnos cuenta de nuestra propia existencia«. «El ser humano es consciente de su propia consciencia«. Definiciones y frases típicas sobre la consciencia, pero ¿Qué significa todo eso? ¿Qué es realmente la consciencia?

No confundir conciencia y consciencia

Sobretodo no confundamos los dos términos porque muchas veces son usados incorrectamente, y no tienen nada que ver.

  • La conciencia es la capacidad de una persona de distinguir entre el bien y el mal, es decir, es la capacidad de valorar un acto moralmente. Está relacionado con nuestros principios como persona pero también como miembro de una comunidad. Por lo tanto es un elemento de personalidad, un elemento mental.
  • La consciencia es la capacidad que tenemos de darnos cuenta de que estamos vivos, reconocer que la vida tiene una parte física y una espiritual y finalmente conectar con esa parte espiritual.

Aportar consciencia a nuestra vida

¿Sencillo verdad? Lo único que tenemos que hacer es intentar estar conectados el mayor tiempo posible a nuestra parte más espiritual. Es decir, retiraremos progresivamente parte física o parte densa de nuestra cabeza y haremos hueco a nuestra parte sutil. Dejaremos de escuchar a la cotorra mental, que no deja de hablarnos, todo lo que nos sea posible y prestaremos atención a cosas tan mundanas como la respiración, los sabores, los olores, las sensaciones, etcétera. Eso nos mantendrá conectados al momento presente, pues el Ego suele hablarnos mucho de lo que nos ha pasado y de lo que nos pasará. Pero la atención consciente nos mantiene conectados con lo que está pasando.

Vamos a ver un ejemplo. Pero antes comentar que hay técnicas que nos ayudan a practicar y conectar con la consciencia, y una de las más potentes es la meditación. La meditación es un entrenamiento en el que observas la respiración y las sensaciones corporales para situarte en el presente, tratando de silenciar al ego.

Mi despertar consciente

Suena el despertador, son las 6:30. Me estiro, todavía en la cama, sintiendo como cada uno de mis músculos me acompaña en el proceso. El agarrotamiento desaparece y noto como mis extremidades se llenan de energía.

Fuera de la cama hace frío. Me incorporo y salgo de las sábanas. El frescor de la mañana eriza mi piel y la pone en alerta, pero me recuerda que estoy vivo. Sé que puedo aguantar unos segundos más esa temperatura antes de ponerme el jersey. Observo atentamente como el frío se transforma en calor confortable al ir vistiéndome.

Me siento frente a la ventana. Fuera todavía es de noche y la ciudad duerme. Hoy además está lloviendo. Me siento sobre el cojín y me dispongo a meditar. Me doy un breve espacio para ello. Con diez minutos mi mente tiene suficiente para adquirir el estado que pretendo mantener el mayor tiempo posible a lo largo del día. Termino con diez saludos al sol para terminar de estirar mi cuerpo.

Preparo el desayuno con tranquilidad. Pongo a calentar el café y mientras tanto estoy pendiente de las tostadas. Les daré el punto exacto, ni poco hechas ni quemadas, pues estoy completamente pendiente de ellas. Me permito pensar sobre el qué les voy a untar. Debe ser algo que me apetezca, pero que también me haga sentir orgulloso de mí, no vale llenarlas de Nutella si luego me voy a sentir mal con esa decisión.

Desayuno sin televisión, sin radio y sin periódico. Solamente desayuno. Pero estoy pendiente de cada uno de los sabores que me transmite. Cada gajo de naranja que introduzco en mi boca estalla al morderla en miles de sensaciones: ácido, dulce, un punto de frescor. Los sabores del desayuno me trasladan a sentir, en cada uno de sus componentes, el gran trabajo y los miles de años de evolución que ha tenido que hacer el planeta para que ahora pueda disfrutar de algo así. 

Después del desayuno me dispongo a ducharme. No tengo prisa, solamente voy a estar pendiente de no derrochar agua, puesto que tampoco quiero sentirme mal con eso. Noto como las gotas calientes recorren mi cuerpo y como responde mi piel a la temperatura. Noto la sensación de frío al cerrar el grifo y la disfruto, sabiendo que en cuanto pase la toalla y la seque esa sensación desaparecerá. Noto los aromas del jabón, disfruto del vapor del agua caliente y de la sensación de observarme desnudo en el espejo. Mi alma dispone de ese cuerpo que la madre Tierra ha creado como parte su perfecto trabajo de ingeniería y creatividad.

Salgo a la calle y me dispongo a coger el coche para ir al trabajo. Da igual el atasco, el tráfico o lo que tarde, me es indiferente. Mi mente sólo piensa en hacer la mejor conducción que sabe, moviendo la tonelada de peso del vehículo de forma correcta, ahorrando combustible, facilitando la circulación de los demás y poniendo de mi parte para disfrutar de uno de los mayores avances del ser humano, la movilidad. (Podríamos hablar largo y tendido de lo que supone coger un coche a diario para el planeta, pero no es el objetivo de este artículo :D)

Mi objetivo consciente durante el día de hoy está fijado. Da igual que me guste mi labor en la oficina o que congenie más o menos con el resto de los compañeros. La vocecita de las envidias y del «me ha hecho» va a tener que permanecer callada y para ello no nos queda más remedio que estar muy atentos. Trataremos de hacer lo que nos hayamos propuesto, lo mejor posible. Disfrutaremos y prestaremos atención a la parte que más nos atraiga de nuestra actividad.

Y si nuestra productividad ya ha caducado por desmotivación, prestaremos atención a nuestros próximos objetivos. No ensoñemos, simplemente pongamos consciencia y busquemos la solución. Iniciar un proyecto siempre trae a nuestra vida momentos emocionantes, prestemos atención a ello.

Conclusión

Creo que en general el mensaje queda claro. Da igual las técnicas que utilices para entrenar pero muévete hacia la consciencia. Escuchar al Ego y darle terreno en nuestra mente no sirve más que para generarnos mal rollo porque siempre tendrá algo con lo que comparar y algo sobre lo que criticar. Los pensamientos densos y el mundo material son así, competitivos, comparativos e insatisfactorios.

Lo que necesitamos no reside fuera, sino que reside dentro. Basta con focalizar ahí nuestra atención para poco a poco dejarle menos espacio a lo otro.

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