La vida de un ser humano es extremadamente corta si la comparamos con la de los objetos celestes. Los restos más antiguos que se han encontrado y que se atribuyen al Homo Sapiens tienen una antigüedad de 315.000 años. La biodiversidad de nuestro planeta ha sufrido grandes cambios y ha adquirido muchas formas hasta llegar a lo que es hoy en día. Bienvenido a este pequeño viaje en el que hablaremos del origen de la vida.
Mirando la vida con perspectiva
Se estima que desde la formación de nuestro planeta han pasado 4.533 millones de años. Imaginemos por un momento que cambiamos de escala esos 4.533 millones de años reales a 1 año de nuestra vida. Es decir, el momento de la formación del planeta será el 1 de enero y ahora mismo sería la última milésima de segundo del 31 de diciembre: Las primeras colonias de bacterias vivas harían su aparición en torno al 24 de marzo. El 17 de noviembre, después de la gran glaciación conocida como Bola de Nieve, descubriríamos que en el océano esas primeras bacterias han evolucionado hasta formar numerosos organismos multicelulares de todo tipo. Seres monstruosos y gran diversidad de plantas acuáticas abundan por el lecho marino. El 30 de noviembre las primeras especies abandonarían el océano para aventurarse en tierra firme y muchas plantas cambiarían las esporas por semillas. Sobre el 10 de diciembre podríamos encontrar en la Tierra a los antecesores de los dinosaurios. Los dinosaurios, sin embargo, no aparecerían hasta el 14 de diciembre y estarán en la Tierra hasta el 25 de diciembre. El 27 de diciembre aparecen los mamíferos que más tarde evolucionarían hacia los simios que luego se convertirán en seres humanos. El 30 de diciembre aparecen los primeros antecesores de lo que podemos llamar homínidos, pero no sería hasta la última hora del 31 de diciembre que haría su aparición el primer Homo Sapiens.
La perspectiva lo es todo. Tenemos la falsa sensación de que todas las cosas están bajo nuestro control pero la realidad es que somos una especie que, en una escala de un año, llevamos menos de una hora en la Tierra desde su formación.
Los ingredientes de la vida
Sabemos poco de los ingredientes de la vida, aunque sí creemos que para la existencia de una vida parecida a la que surgió en la Tierra, las condiciones tienen que ser parecidas. Hablamos de una zona de habitabilidad entre el planeta y su estrella que permita unas temperaturas adecuadas. El agua podría ser un elemento esencial también. Una atmósfera que proteja al planeta de la radiación de su estrella. Y un largo etcétera.
Pero claro, todo esto es pensando en una forma de vida “parecida” a la nuestra, o por lo menos a lo que hemos visto en la Tierra. Quién sabe si en otros lugares la vida es más etérea y no depende tanto de un cuerpo físico, por poner un ejemplo. O si hay formas de vida que se han adaptado a vivir en el espacio. No tenemos ni idea del abanico de posibilidades que ofrece este milagro al que llamamos vida.
Lo que sí está claro es que una vez que se dan las condiciones necesarias para la vida en un planeta y hace su aparición, ésta puede durar mucho tiempo y puede evolucionar de muchas formas. Es relativamente fácil que a lo largo de la existencia del planeta ocurran fenómenos catastróficos que eliminen a las especies dominantes. Pero esta misma catástrofe dará una nueva oportunidad a otro tipo de especies, como ha ocurrido en la Tierra con las especies antecesoras de los dinosaurios y posteriormente con los propios dinosaurios.
Si observamos con detenimiento la Tierra veremos que la vida está prácticamente en todas partes. Por la sangre de la vieja Pachamama fluyen los ríos de la vida. Y no solamente encontramos una gran diversidad de vida en espacios naturales. En las ciudades, por ejemplo, pequeños seres se esconden por todas partes: pájaros, murciélagos, ratones, insectos… Levantando un pequeño trozo de tierra de cualquier parque es posible hallar gran cantidad de pequeños animales. Igual que ocurre con la vegetación, que puebla cualquier rincón desde el momento que dejamos de pasar por ella. Un meteorito podría acabar con la humanidad, pero quizá no con todos estos pequeños seres subterráneos y plantas, dando lugar a un nuevo tipo de vida futura.
El por qué de la vida
Y todas estas molestias que se toma la evolución, ¿para qué? ¿Para qué ese empeño en perfeccionar un sistema como nuestro organismo y adaptarlo constantemente a su entorno? ¿Cómo se ha trazado este plan misterioso y secreto que nos ha traído hasta aquí? ¿Parece premeditado de tan perfecto?
Hay quién dice que el Universo crea a los seres conscientes para observarse a si mismo y admirar a través de ellos su propia grandiosidad. Desgraciadamente los seres humanos conscientes nos hallamos ahora mismo en la mayor de las inconsciencias. Nunca fue tan difícil como ahora desaprender y despojarse de los estímulos del entorno dopado de entretenimientos en el que nos encontramos, para admirar y hacernos preguntas de lo que es el Universo y la vida. Preguntas sobre lo que somos nosotros a fin de cuentas.
Y probablemente ni en una vida entera seríamos capaces de descifrar ese misterio. Pero sí que sabemos que hacernos esas preguntas y escudriñar en el sentido de la vida nos lleva a alcanzar un estado especial. Un estado especial que llega cuando durante cada minuto de nuestra existencia somos conscientes de que somos vida. Vida como la que ya estuvo en la Tierra. Vida como la que puede haber (o no) en otros planetas. Un cuerpo material y una consciencia espiritual como la que podemos encontrar ahí fuera, en el resto del Universo.
Ese descubrimiento nos mantiene en el presente, nos conecta con Todo y nos equilibra, quitándole importancia a cosas que en realidad son banales al compararlas con lo que nos ha traído aquí. Así que imagino que, si ser seres conscientes es tan importante, puede ser porque efectivamente el Universo ha querido que nos descubramos como parte de él.
Nos hayamos en el recreo del colegio, libres para jugar hasta donde estemos dispuestos a llegar. Podemos dejarnos llevar por una vida que no es nuestra y que fue definida con normas y estándares de comportamientos sociales, incluso antes de que nacieras. O bien puedes despertar de ese letargo y explorar aquello que muy pocos se atreven a buscar. Esto es vida, tú decides dónde quieres jugar.