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Zugarramurdi tierra de brujas

de administrador

Zugarramurdi es una pequeña población navarra que pasó a los libros de historia debido a los trágicos hechos acontecidos a principios del siglo XVII. La por entonces tan de moda caza de brujas llevo a muchos vecinos de este pueblo al proceso inquisitorial más famoso de toda España, derivando en la muerte de 11 personas, 6 de ellas quemadas vivas y 5 durante el proceso.

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¿Qué ocurrió en Zugarramurdi?

A principios del siglo XVII, las historias de brujería desveladas por una mujer de Zurragamurdi derivaron en numerosas acusaciones de brujería dentro del pueblo y el reconocimiento por parte de varios vecinos (coaccionados o no) de prácticas relacionadas con la brujería. Sin embargo demostraron arrepentimiento en la iglesia del pueblo y los vecinos les perdonaron.

No obstante, estos hechos llegaron a los oídos del tribunal de la Inquisición de Logroño y decidieron iniciar un proceso en el que varios vecinos fueron encarcelados y en el que se recibieron hasta cerca de 300 denuncias, incluyendo a niños. 29 personas fueron declaradas culpables de brujería. De todas ellas, 6 serían quemadas vivas por no querer reconocerse culpables de brujería y otras 5 quemadas tras su fallecimiento durante el proceso. El resto reconocieron su culpabilidad.

Poco tiempo después, el inquisidor Alonso de Salazar duda de los métodos utilizados durante el proceso para la obtención de las confesiones e inicia una investigación, llegando a la conclusión de que muchas de las acusaciones son falsas y derivadas de pequeñas rencillas entre vecinos o familiares así como obtenidas por el miedo o las amenazas a las que se sometió a muchos de los interrogados.

Una percepción equivocada de la brujería

Pero, ¿qué llevó a aquella gente a declararse culpables de brujería? Bien, ya hemos dicho que probablemente muchos de ellos fueran coaccionados por parte de la Inquisición a declararse culpables a base de torturas y amenazas de muerte. Sin embargo las historias brujeriles son habituales en el Pirineo y en muchos pueblos y lugares de difícil acceso y un tanto alejados de grandes ciudades. Para tratar de entenderlo, tanto en el Museo de las brujas de Zugarramurdi como en las Cuevas de Zugarramurdi nos dan una versión muy acertada de lo que realmente era la “brujería” (o llámese como se quiera) para aquella gente, una forma de vida en contacto y agradecimiento permanente hacia la naturaleza.

Vistas del pueblo de Zugarramurdi

Vistas del pueblo de Zugarramurdi

El origen de lo que conocemos como brujería es mucho más antiguo que toda esta historia. Nuestros más remotos antepasados ya adoraban a unos Dioses que se encontraban en la naturaleza, ya que para ellos el ciclo solar, el ciclo lunar, la caza, la recolección, el viento… todo eran hechos difíciles de entender si no eran atribuidos a un ser superior a la humanidad. Es con la llegada del catolicismo y su necesidad de erradicar otras religiones para su proliferación , cuando empieza a perseguirse el culto a la naturaleza y a sus Dioses, identificándola con prácticas prohibidas y relacionadas con el diablo. A partir de ese momento todo aquel que siguiera con sus prácticas fuera del orden católico sería considerado un brujo o una bruja y por lo tanto fuera de la iglesia, llegando el culmen de esta persecución con la aparición de la inquisición.

Cueva de las Brujas de Zugarramurdi

Cueva de las Brujas de Zugarramurdi

No es de extrañar que en las pequeñas aldeas de montaña a las que era realmente difícil acceder, grupos de vecinos siguieran con sus tradiciones, con sus antiguas festividades y con el uso de hierbas y ungüentos para la sanación de determinadas enfermedades, generación tras generación. Probablemente ya tendrían una iglesia católica cercana pero seguirían agradeciendo a la madre Tierra su cosecha y su generosidad, como se hacía antaño y como les enseñaron sus padres y los padres de sus padres…

La única forma con que la iglesia católica consiguió erradicar al resto de religiones para establecerse como la única fue con el miedo de las gentes y la asociación de los antiguos Dioses a diablos y seres maléficos. El Dios de la caza con su cornamenta y sus patas de cabra pasa a ser claramente el diablo. Las festividades relacionadas con equinoccios y solsticios fueron reemplazadas por el santoral. Los desastres naturales fueron asociados a prácticas de hechicería y mal de ojo por parte de brujas. Y es así como, a base de miedo e ignorancia, lo que no se comprende es asociado a la dejadez del ser humano con el Dios católico y de esta forma se consigue que los propios vecinos de un pueblo acusen a otros (por miedo) cuando considera que está realizando alguna ceremonia relacionada con la naturaleza.

Desde aquí os recomendamos que visitéis museos como el de Zurragamundi, que tratan con madurez y no hacen uso de la parte morbosa de la brujería para que de esta forma podáis entender esa parte de nuestra historia que ha sido escondida y manipulada.


Fotografía: Nuria Llopart

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