Hoy os recomendamos uno de los programas del Escarabajo Verde: El último farero.
El farero, sin duda una de las profesiones en las que se hace más evidente las consecuencias de la automatización y modernización del trabajo. En menos de 20 años, desde que se empezaron a automatizar, el número de fareros se ha visto reducido hasta su mínima expresión. El farero ya no duerme en el faro, supervisa más de uno desde un sistema de control remoto y ya no tienen relevo generacional. Así es, los actuales fareros serán los últimos, porque no se ha incorporado nuevo personal al grupo de técnicos de sistemas de ayuda a la navegación.
Dicen sus protagonistas, que la profesión de farero siempre ha estado envuelta de cierto aire romántico que no es del todo realista. Pero es imposible que un faro aislado, acechado por tormentas y luchando contra la noche por guiar a los navegantes que surcan el mar, no tenga cierto misticismo. Quizás antaño, cuando los fareros se dedicaban en cuerpo y alma y día y noche al faro, la dureza y soledad de su profesión los convertía en personas fuera de lo común.
Me quedo con las palabras del último farero de Formentera, Javier Pérez de Aréval: El faro te daba nombre, personalidad. Yo antes era el farero de Formentera. Al dejar el faro he dejado de ser alguien para ser uno más.