El otro día, recorriendo la Senda Smith hacia Siete Picos, encontré esta poesía dedicada por un poeta anónimo a un pino centenario caído. Si tenéis la oportunidad, os recomiendo que hagáis esta bonita ruta.
En la umbría de Siete Picos un pino Hermoso, descortezado y muy blanco, Gigante erguido, solo en el barranco, Muestra orgulloso su fatal destino. A su lado no tiene algún vecino Que le guarde confiado su flanco, Del fuerte viento que le deja manco, Cuando sopla inclemente en torbellino. Ayer me conmovió que tal hazaña, Enfrentándose a una fuerza tan brutal, Luchando sin descanso en la montaña, Quede oculta entre el bosque y su maraña. Admiro, viejo luchador, que esfuerzo tal, Aúne la fuerza bruta y la maña.
Del pino al poeta
Llamáis fatal destino al mío, poeta amigo,
y en parte lleváis razón,
ya que un día fui el Rey de estas laderas
y ahora me veo en horas más postreras.
Pero no penéis por mi, genial rapsoda.
Fatal o feliz destino según se mire;
prefiero ser admirado desnudo y moribundo
en tan grandiosa vitrina
que haber sido transformado
en un hermoso mueble de cocina.
C.A. (octubre 2013)