A pesar de que varias veces al día tomamos verduras en nuestras comidas, la mayoría de nosotros no sabe ni cómo se planta un rábano. Aún la generación de los 30 a 40, hemos podido tener contacto con el tradicional mercado o hemos vivido cerca de algún agricultor o algún campo. Pero imagínate que diferente es ese mundo para nuestros hijos, los pequeños que ahora tienen menos de 10 años. Si no creen que la verdura sale de las bolsas y se planta en los supermercados es porque nosotros se lo hemos dicho, desde luego no es porque tengan un huerto en su vida cotidiana.
Los beneficios del huerto urbano
Tener un huerto en la ciudad, o cerca de ella es bien sencillo, en cualquiera de sus modalidades. Y digo modalidades porque grande o pequeño, tenemos la posibilidad de tener uno o compartirlo con otras personas.
Cuando hablamos de huerto urbano, generalmente nos referimos a aquellos huertos legales o alegales que están dentro de la ciudad y que aprovechan pequeños solares públicos que estaban en desuso. Evidentemente el terreno de un particular dentro de la ciudad será un huerto urbano estrictamente hablando pero no es a eso a lo que nos referimos. Decimos alegal porque no está clara la situación legal de muchos de estos huertos. Algunos tienen permisos (recientemente se publicó la noticia de que el ayuntamiento va a conceder nuevos permisos para algunos de estos huertos pero otros no tienen ningún permiso concedido. Pero claro, ¿necesita un matojo o una ortiga tener un permiso para crecer en un descampado? Pues lo mismo si crecen tomates o lechugas, ¿no?
Los beneficios de estos espacios son innumerables y van mucho más allá de la estricta alimentación. Yo tengo la suerte de vivir cerca de uno y os puedo asegurar que hacen una gran labor social. Casi cada fin de semana quedan los vecinos para su cuidado. Los niños aprenden acerca del crecimiento de las plantas, del riego, la siembra… Es un espacio en el que los vecinos y los niños comparten un buen rato de aprendizaje y convivencia. Además el huerto está abierto a que en cuanto aparezcan frutos, cualquiera pueda cogerlos. Mucho mejor eso que dejar que se estropee en la rama. Y gracias a esa filosofía, todo el mundo respeta el huerto independientemente que trabajes en él o no.
Desde Mi Planeta os animo a que busquéis cuál es el huerto más cercano a vuestro barrio y participéis. En la web de la red de huertos urbanos de Madrid podréis encontrar los de la capital. Desconozco las webs de otras ciudades, lo siento, pero seguro que podéis encontrar esta información fácilmente.
Los otros huertos
Si os pica la curiosidad y no tenéis un huerto de estas características cerca, tenéis otras alternativas.
Existen huertos compartidos en muchísimas ciudades y pueblos. En la web del proyecto Huertos Compartidos podéis encontrar algunos. Los huertos compartidos muchas veces requieren el pago de un alquiler y de suministros como el agua, por eso compartir el huerto con otras personas tiene la ventaja de compartir gastos también. Además los productos serán para vosotros así que lo que gastáis por un lado lo ahorráis por otro.
Por último, se ha puesto de moda la mesa de cultivo, una forma de tener un huerto en tu propia casa. Si tienes un mínimo de terraza puedes tener una mesa con tierra o unos maceteros en donde plantar lechugas, tomateras pequeñas, rábanos, berenjenas… dependiendo del tamaño plantarás más o menos. Estas mesas de cultivo tienen un precio razonable y os sorprenderá lo fácil que es plantar vegetales en vuestra casa. El proceso es maravilloso, en pocos días la planta crece mucho. En nuestro caso teníamos un par de maceteros grandes en el lavadero y funcionó, así que no tenéis excusas.