Os dejo con esta estupenda entrevista (Nadie está al frente del planeta) que El País le ha hecho a Marvin Minsky, considerado uno de los padres de la inteligencia artificial. Minsky habla de la escasez de presupuesto en el campo de la investigación, de la aparente falta de ideas nuevas que actualmente llegan dilatadas en el tiempo comparando con los años 60, del futuro del planeta y del papel de las máquinas y de la nueva genética en el futuro. Es un artículo para reflexionar.
Nadie está al frente del planeta. Hay algunas empresas, organizaciones o gobiernos que están al frente de los ciudadanos, que confabulan entre bastidores pequeñas estrategias para favorecer a algunos o dar el poder y enriquecer a otros. Pero realmente no hay nadie que coja las riendas del planeta y haga cambios y reformas orientadas a garantizar un futuro para el ser humano. Todo lo que se decide es a corto plazo, no sabemos ver más allá que nuestra propia existencia. Qué digo, más allá de nuestra existencia, no sabemos ver más allá de la próxima década. De hecho, tenemos tan poca visión de futuro que ni siquiera los que aspiran a doblegar el mundo a sus pies tienen la paciencia de tejer una estrategia a largo plazo que dé sus frutos en medio siglo.
Me quedo con muchas cosas de las que dice Minsky, algunas de ellas las comparto y otras no tanto.
Sobre la falta de creatividad en el mundo de la ciencia, está claro que la gente está desencantada con el poco apoyo recibido de los gobiernos. Las ayudas no llegan y eso hace que la gente tampoco invierta su tiempo en investigación. El panorama español en este aspecto es especialmente crítico, estamos perdiendo los pocos ingenieros y científicos que tenemos, porque los fondos que aquí no reciben si se les dan en otros países menos afectados por la crisis.
Sobre el calentamiento del planeta, qué decir. Está claro que los científicos hablan sobre ello, lo reconocen y son conscientes de que llegará, pero nadie hace nada. Un gobierno de corta durabilidad en el poder no va a tomar medidas, que siempre repercutirán en la comodidad de la población, para conseguir reducir el calentamiento global previsto para 2050. Todo lo contrario, si puede quemar más petróleo para que los ignorantes sigan felices, puede ser que se garantice una legislatura más en el poder. Así que hacer oídos sordos a lo que dicen los que saben y engañar a los ciudadanos es lo único que podemos esperar de ellos.
Me quedo también con la idea de que hay que reducir la población mundial. Esta idea que hay a quien le pueda parecer disparatada, será una realidad en breve. De hecho, en algunos países ya se controla la natalidad. No hay recursos suficientes para todos y el consumo actual es insostenible. Así que, o reducimos drásticamente nuestro impacto sobre el planeta (cosa que seguro que no vamos a querer hacer por la repercusión que tendría en nuestras comodidades) o reducimos el número de personas que consumen. Esperemos que el egoísmo del ser humano no nos lleve a seguir abriendo la brecha entre los ricos y los pobres para que unos pocos puedan seguir consumiendo alocadamente y los otros vivan como en la edad feudal, si no que todos consumamos de forma más responsable y en menor cantidad.
Sobre la necesidad de mejoras genéticas y de ingeniería, no estoy de acuerdo en muchas cosas. No veo la necesidad de tener hombres biónicos, ni máquinas más inteligentes que nosotros. ¿Para qué los queremos? ¿Para demostrar que somos capaces de mejorarnos a nosotros mismos? Es posible que ciertos estudios en genética y la incorporación de algunos elementos biónicos en personas que han sufrido accidentes sea algo bueno para el ser humano. Pero crear una nueva forma de vida, ya sea mecánica o celular, darle conciencia y esperar que se comporte como un ser humano no tiene ningún sentido. ¿De qué sirve crear nuevos seres humanos si somos demasiados y ni siquiera tenemos los escrúpulos de cuidar de los humanos más pobres del planeta? Una nueva forma de vida con conciencia y sentimientos querrá tener unos derechos y libertades que los seres humanos no estamos dispuestos a darles. Se crearán nuevos guetos, un nuevo apartheid y odio hacia las nuevas formas de vida. Formas de vida que si están tan perfeccionadas como se insinúa y hacen tantas cosas mejor que nosotros, probablemente acaben terminando con nuestra existencia y no al revés.
Para terminar, en este último tema de la inteligencia artificial, mi postura es clara. La inteligencia que necesitamos, ya la tenemos. Un batallón de robots que “ayuden” al ser humano no sirve de mucho mientras haya seres humanos sin trabajo que podrían realizar esas tareas aunque sea de forma menos eficaz. Tampoco necesito nuevos animales mejorados ni comunicarme con ellos, si somos irrespetuosos con ellos para queremos hablarles o conocer su cerebro. En definitiva, deberíamos reflexionar seriamente sobre la parte ética de nuestros juegos e investigaciones y frenar algunas de ellas solamente para evitar acabar con nosotros mismos. Yo creo que a nadie se le escapa ya el hecho de que somos capaces de hacer cualquier cosa, lo importante es saber cuándo limitarnos a nosotros mismos.