Hasta el concepto “llegar lejos en la vida” se ha visto pervertido (¿violado?) por el sistema capitalista. Y nos referimos habitualmente a llegar lejos en la vida como sinónimo de ocupar puestos altos en una empresa o ganar mucho dinero, cuando habitualmente esas circunstancias privan a la gente de todo lo demás que define una vida: los amigos, la familia, los momentos de meditar, el conocerse a uno mismo… Nadie dice en cambio que han llegado lejos en la vida los que más casillas avanzan en la madurez vital: los que han luchado por sacar una familia adelante con 600€ al mes, los que han llorado en silencio la pérdida de un ser querido y le han echado cojones para sacar ganas de vivir, los que han superado una enfermedad complicada… Eso no es llegar lejos en la vida porque no se traduce en un puesto en una empresa o en un ingreso mensual. Pero la realidad es que no hay nada más lejano a vivir que tomar un café aguado en una oficina mientras te preocupan las ventas de algún producto tan prescindible como el negocio en sí. Pero es la dinámica a la que nos hemos dejado arrastrar, es el diablo al que le hemos vendido el alma.
Como siempre, sabias palabras de mi buen amigo David.