El peor enemigo al que se enfrenta la lucha contra el cambio climático es la pasividad de todos nosotros. Pocos estamos dispuestos a hacer sacrificios de verdad o cambios que tengan una repercusión alta en nuestra manera de hacer las cosas. Como mucho el Día del Planeta apagas las luces una hora y aprovechas para hacer una cena romántica con velas, o el Día Mundial sin Coches decides ir en metro. Pero que no te toquen el coche para ir a trabajar el resto del año, ¿verdad?, que eso de tardar media hora más en llegar a casa no mola.
No es que no estemos dispuestos a hacer sacrificios ante problemas graves. Mucha gente se quejó cuando se prohibió fumar en espacios públicos, argumentando que le cortaban las alas a nuestra libertad. Pero al final la mayoría lo hemos aceptado y reconocemos lo beneficioso que ha sido para nuestra salud. Incluso muchos fumadores dejaron de serlo gracias a esa ley.
El principal motivo de nuestra inmovilidad frente al cambio climático es que parece un problema que nos queda muy lejos. Desde nuestra pequeña burbuja de país desarrollado no vemos lo que pasa en los lugares en donde se fabrican y producen nuestros productos. No vemos cómo se están agotando sus recursos, el trato hacia sus ecosistemas ni las condiciones laborales de la gente que allí trabaja. Tampoco tenemos la percepción temporal de los problemas ecológicos que vamos a dejarles a los que vendrán dentro de 2 o 3 generaciones. Y ya si hablamos de miles de años que tardan en desaparecer los residuos radioactivos es que es algo que nuestra pequeña cabeza no llega ni a comprender, dejarles el marrón a los que vendrán dentro de miles de años. Cuando lo vean se echarán las manos a la cabeza.
Claro, cuando haces algo mal y ves las consecuencias en breve lapso de tiempo entonces sí puedes ponerle remedio o por lo menos ser consciente del problema. Si fumas y en unos años no puedes ni respirar, sabes que debes dejar de fumar. Si acumulas basura en tu trastero y aquello empieza a llenarse y a oler mal, sabes que tienes un problema. Pero si alguien se la lleva y la hace desaparecer de tu vista, puedes llegar a creer que todo está bien.
Otro motivo de nuestra pasividad es la falta de conciencia colectiva. ¿Para qué voy a dejar yo de ir al trabajo en coche si Pepito que se sienta a mi lado no va a hacerlo? Y de esta forma nadie deja el coche aparcado en casa y todo sigue igual.
Y entonces, ¿cómo implicar a las personas?
Bueno, complicado está conseguir concienciar a todo el mundo. Está claro que si tú estás leyendo un blog que se llama Mi Planeta, algo de conciencia ecológica debes tener, o por lo menos te preocupa la naturaleza. Pero no es el caso de la mayoría de las personas, que solamente ven en la naturaleza un espacio al que poder ir de vacaciones o en el que realizar actividades de fin de semana.
La mayoría de la población no va a ser consciente del problema hasta que no les afecte de verdad, aunque esperemos que por entonces no sea demasiado tarde. Algunos indicios empezamos a tener ya: temperaturas más altas durante las cuatro estaciones, fenómenos climatológicos más severos, las famosas boinas de contaminación sobre las ciudades, crisis migratorias como la de Siria (sobre la cual mucha gente sostiene que el origen del conflicto parte de los problemas climáticos en las zonas rurales)…
Mientras tanto, los que sí somos conscientes del problema, los que leemos y nos informamos sobre las consecuencias de consumir el planeta a este ritmo, los que de verdad nos importa no seguir deteriorando la naturaleza tal y como lo hacemos, tenemos que seguir alzando la voz y dando guerra. Es la única forma de hacer reaccionar al resto, siendo cada vez más y haciendo mucho ruido.
Para empezar, acudid a todas las concentraciones que podáis. La próxima, la Marcha Mundial por el Clima del día 29. El objetivo, que todos los ciudadanos pidamos un cambio de modelo energético y climático de cara a las decisiones que se tomarán en la cumbre sobre el cambio climático este diciembre de 2015.
Y para continuar, sé consciente de las consecuencias que pueden tener todas tus acciones. ¿Qué implica coger el coche? ¿Qué implica comprar alimentos envasados? ¿Qué implica comprar productos transgénicos? ¿Qué implica comer animales procedentes de bancos sobreexplotados? ¿Qué implica abrir un grifo, subir un grado la calefacción o dejar más luces de las necesarias encendidas? Y trata de reducir al máximo tu impacto con el medio.
Y no nos excusemos en que los políticos no hacen… Están podridos, no son parte imparcial de la ecuación, ¿no ves que los agentes económicos los tienen pillados por los huevos? El pueblo tiene la soberanía cuando quiere, cuando sale a la calle y se queja para exigir un cambio. Reivindiquemos ser escuchados y que no nos traten como si fuéramos borregos. Nuestra pasividad es su mejor aliado.
Imagen de portada: Campaña Héroes por el Clima de Greenpeace.